Seguidores

domingo, 26 de mayo de 2013

Tren al puerto.

Cogiste mi mano cuando no estaba mirando, y no te pregunté a dónde me llevabas porque íbamos demasiado rápido. Me daba igual a dónde querías llegar, si estábamos corriendo para no tardar tanto o si más bien huíamos de algo. Me daba igual porque eras tú quién me sujetaba para no dejar que me perdiese entre tanta gente que nos cruzábamos.
Pasamos por calles que nunca antes había visto, con pisos en los que me hubiera gustado vivir contigo; atravesamos plazas llenas de gente diferente que parecían ser solo parte del escenario de una ciudad vacía, estuvimos a punto de ser atropellados solo porque a ti no te gustaban los pasos de cebra desastrósamente pintados; y aún así no nos detuvimos.
No te giraste para ver si aún seguía detrás de ti, solo apretabas con más fuerza la palma de mi mano cada vez que nos chocábamos con personas que también iban corriendo, pero solas. Tampoco tenía la necesidad de pararme para respirar, porque solo verte me hacía mover mis piernas con más fuerza.
No sé cuánto tiempo estuvimos dejando atrás edificios, si estábamos corriendo en círculos o si teníamos un sitio al que ir. Estar contigo era un lugar aunque siguiéramos moviéndonos.
Entonces llegamos.
Y te paraste, y me paré. Y te giraste y te miré.
Y tenías el pelo despeinado de esa forma que tanto me encantaba, y sonreíste de esa manera que me hubiera gustado enmarcar para poder verla siempre. Y seguías sin soltar mi mano y yo seguía sin dejar de mirarte.
-Escápate conmigo.
No dijiste nada más, ni hizo falta que añadieras palabras. Saqué una sonrisa ladeada que hacía juego con la tuya.
Y volviste a girarte, pero esta vez no íbamos corriendo. Tampoco teníamos equipaje, así que supuse que querías empezar de cero.
Y seguías agarrando mi mano, y yo seguía detrás de ti cara a cara con tu espalda.
Podría haberse parado el tiempo, que aquel momento seguiría pareciéndome perfecto.
Cogimos un tren y nos fuimos. Y sustituimos con el mar los edificios.
Y seguías agarrando mi mano.
Y yo seguía agarrando la tuya.
Y nunca más nos soltamos.
Y nunca más huimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario