Si me conocieras (otra vez), te enamorarías de mi aunque al principio te negaras a hacerlo. Me ganaría el derecho de rozar mi mano con la tuya poco a poco. Lucharía por ti y me haría paso entre los cristales rotos de tu confianza.
Si me conocieras (otra vez), seríamos felices. Pero solo por un tiempo, el justo para saber lo que es conseguir un premio difícil y luego cansarme. Entonces, los papeles estarían cambiados. Tú serías el que lucha por mi, y yo la que mira mientras haces todo lo posible por recuperarme.
Aún así te seguiría queriendo aunque fuera solo un poco, porque al fin y al cabo me sigues gustando.
Pero solo por un tiempo, el justo para no tener claro qué siento.
Si me conocieras (otra vez), no te haría caso. Fingiría estar contigo cuando en realidad no tengo ganas de tenerte. Y no serías más que un amigo al que tratar como quisiera, porque tengo el control de la velocidad a la que van tus pulsaciones.
Entonces te hartarías de ser un juguete, a merced del miedo que siento a salir herida. Y te rebelarías, y lucharías por tenerme de la misma forma que yo te tengo. Y yo aceptaría, haciendo como que todo es igual que antes, cuando en realidad es diferente.
Si me conocieras (otra vez), yo sería libre. Me sentiría segura porque no corro el riesgo de sufrir heridas, pero tú... ah, tú. Tú estarías en la zona de peligro, ahora cualquier movimiento sería como el detonador de tus cicatrices.
Te susurraría palabras de doble filo, que parecen de amor pero en realidad van vestidas de luto. Rozaría con mi nariz tus mejillas, y vería como te rindes y cierras los ojos, aún bajo mi control.
Qué bonito giro de acontecimientos. Empezaste siendo el motivo de mi lucha, y te convertiste en mi muñeco preferido. Un muñeco controlado por el salvavidas que se suponía que iba a rescatarte.
Pero solo por un tiempo, el justo para dejarte ver quién soy realmente.
Si me conocieras (otra vez), volverías a poner esa cara de estúpido que pusiste cuando supiste que no era más que un juego, que te había llevado de mi mano al acantilado, y que estaba a punto de empujarte.
No eres idiota, así que harías la pregunta que rompió todos mis esquemas (otra vez). Y me dolería aunque no me la esperase.
Y no sabré contener mi rabia de ver que el muñeco se vuelve en mi contra. Y huiré lejos, dejándote atrás como si nada.
Pero solo por un tiempo, el justo para que te dieses cuenta de que no te quiero.
Entonces vendrías corriendo, y mi rabia y la tuya estarían igualadas.
Y dirías <<Que te vaya bien>> con esa voz tan característica tuya.
Pero aunque fueses tú quién tuviera la última palabra y el valor suficiente como para poner fin a mis juegos, yo sería quien pusiera la última media sonrisa girada.
Y te diré adiós.
Y no te esperaré.
Y buscaré un muñeco diferente.
Y el juego empezará otra vez.
Si me conocieras (otra vez), sabrías cómo me hiciste sentir. Cómo se siente siendo una muñeca de trapo a la merced de un titiritero que no sabe lo que hace. Sabrías qué es ser tirado a la basura y sustituido por un juguete nuevo.
Si me conocieras (otra vez) te haría lo que me hiciste.
Y te enamorarías de mi. Pero no conmigo.
Porque no se puede enamorar a una persona dos veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario