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lunes, 10 de junio de 2013

Parches que buscan salvavidas rotos.

-No sé cómo me las apaño - dijo - no tengo ni la menor idea. Llego, intento marcar la diferencia en la vida de alguien, de curar sus heridas aunque ya estén cicatrizadas y de darlo todo por ellos, ¿Y qué gano? Nada, absolutamente nada - sonrió sarcásticamente - . Pero no me malinterpretes, no es que quiera algo a cambio, es que no es justo luchar por alguien, o al menos intentar protegerle, para que luego te sustituya o simplemente pase de ti como si no hubieses hecho una mierda por salvarles. -Se hizo el silencio por unos minutos, hasta que se volvió para mirarme-. ¿Sabes qué es lo peor de todo? - negué con la cabeza - Lo peor de todo es que volvería a hacerlo. 
Volvería atrás en el tiempo, y volvería a conocerles, y haría como si no supiera que van a acabar haciéndome daño. - sonrió, está vez de verdad -.
-Tu problema es que prefieres ver reír al resto mientras tú lloras, a que alguien lleve una herida con tu nombre. - Dije, con la mirada perdida.
Y no respondió, porque sabía que llevaba razón. Lo único que hizo fue apretar los labios en un intento de sacar la impotencia que tenía retenida dentro, porque por mucho que quisiera cambiar, ella había nacido de esa manera: demasiado confiada.
Supuse que algún día alguien le haría el suficiente daño como para volverla diferente, y deseé que ese momento no llegara nunca, porque no quería que cambiase.

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