Seguidores

lunes, 10 de junio de 2013

Luces, cámaras y acción.

Dicen que cuando pierdes a alguien importante para ti, revives una y otra vez cada momento que pasasteis juntos, como si todo el tiempo que compartisteis hubiera sido grabado por alguien sin que os dierais cuenta, y ahora esa cinta estuviera puesta en modo repetición.
Dicen. O más bien digo, porque mi día a día se ha convertido en un bucle de recuerdos, la mayoría de ellos ficticios, con una textura diferente a la que solían tener. Quizás porque las verdaderas escenas se encuentran entre las tomas falsas.
Y quisiera poder darle al pause, sacar la cinta y guardarla en una cajita que nunca más abriré; dejarla en una estantería y esperar a que se llene de polvo hasta que un día no consiga recordar en qué estante la escondí.
Pero yo no tengo el control del mando a distancia.
Dicen que cuando mueres, revives una y otra vez cada momento de tu vida, no importa que sea feliz o esté emborronado por las lágrimas; como si hubieras pasado de ser el protagonista, a un mero espectador.
Entonces, puede que perder a alguien sea morir de cierta manera, porque una parte de nosotros se va con ellas. Nos dejan el hueco del pedacito que se han llevado, y el suyo propio, haciéndonos sentir como si estuviéramos vacíos. Pero no lo estamos, es solo que nos habíamos acostumbrado demasiado a estar llenos. Llenos de alguien.
Así que, podría decirse que morimos y volvemos a nacer muchas veces en la vida, hasta que un día llega alguien que encaja perfectamente en ese hueco que nos han ido excavando con el tiempo. Y no moriremos más, porque para esa persona seremos inolvidables. Seréis inmortales el uno para el otro.
No habrá más películas repetidas en bucle, ni escenas finales que han sido retiradas de la pantalla. No habrá un final triste, porque los finales felices son esos que no terminan nunca.
Y tu película será una historia interminable.

2 comentarios:

  1. Pufff... Sin comentarios, cada cosa que escribes me encanta, nunca me cansaré de decírtelo.

    ResponderEliminar