Y no sé qué es ese algo, si soy yo misma o eres tú que le has cogido cariño a mi almohada. No lo tengo claro, pero supongo que algún día podré descubrirlo.
Aunque puede que se quede solo en signo de interrogación, que nunca llegue a saber si te has ido, o aún queda algo que lleve propiamente tu nombre en uno de mis cajones; si sigues volviendo a mirarme cuando yo no te miro (aunque esta vez no vengas solo, sino que traigas a alguien de tu mano), o si por lo menos sigues recordando que mi nombre existe.
No lo sé, creo que nunca terminaré de adivinar si sigo estando contigo o si ya me he ido, porque no depende de mi el seguir formando parte de ti.
Así que dime, ahora que no me lees ni sabes que te escribo, ¿qué soy para ti? ¿Un recuerdo o ni siquiera eso?
¿Dejé un vacío milimétrico o fue más bien como un pozo sin fondo?
¿Te quiere alguien ahora de la manera en que yo lo hice? ¿O al menos se preocupan por ti un cuarto de lo que yo lo hago?
Piénsalo, tienes toda la vida para hacerlo. Aunque no creo que vayas a encontrar nunca las respuestas, sin antes saber quién soy yo. Y eso nunca lo has sabido.
Miré el reloj hace cuatro meses y ahora, y parece que las manecillas se van moviendo, aunque siga pasando lento el tiempo. Y las dos marcaban la hora de seguir adelante, y dejarte atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario