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sábado, 13 de abril de 2013

Cuenta hasta diez.

Si cerraras los ojos y contases hasta diez, podría esconderme donde quisiera. Debajo de tu cama, en tu armario, detrás de una puerta o incluso en la bañera de tu baño. No dejaría que me vieras, aguantaría la respiración incluso para que no me escuchases, de nada te serviría fingir que sabes dónde estoy para que salga.
Intentaría no reírme al verte pasar de largo y darte media vuelta porque no me ves. Haría todo lo posible por que no lograras encontrarme.
Entonces, cuando sientas que has mirado en todos los rincones de tu casa, cuando creas que nunca podrás volver a verme, que me habré casando de esperarte y que me habré marchado, solo entonces, saldré de donde estoy y te taparé yo misma los ojos.
No hará falta que te diga mi nombre, con solo saber el tacto de mis manos podrás reconocerme. Y en ese preciso instante, aún con la respiración entrecortada por el esfuerzo de buscarme, verás con los ojos cerrados y mis latidos pegados a tu espalda, que aunque diga que me marcho, siempre me quedo a tu lado aunque no puedas verme.

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