Ya no es el mismo temblor de piernas que sentía al verte. Mis manos ya no pierden el equilibrio cuando estás cerca, y si lo hacen, es porque están buscando una manera de alejarse de tus dedos.
Las mariposas del estómago se convirtieron en cuchillas, que poco a poco terminaron desgarrando incluso la parte de mí que creía más fuerte.
A penas puedo recordar tu nombre, o el sonido de tu risa cuando decía alguna estupidez. Ni siquiera logro entender por qué alguna vez llegué a pensar que mis huesos se tornarían grises con los tuyos.
El ''te quiero'' se encerró en una cápsula del tiempo, y volvió a aquellos días en los que no existía ningún sentimiento. Y en mi piel se borró el rastro de tus labios.
Ya no es la misma sensación de vacío cuando no estás, me siento feliz teniéndote lejos. Ya no tengo miedo de saber que te fuiste, que no volverás, ni te arrepientes de nada. Aunque no estaría de más que algún día me dijeras que me echas de menos.
Lo siento, pero ya no te siento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario