¿No tienes miedo?
Miedo de no tener tiempo para hacerlos realidad, a que te fallen los latidos antes de llegar al día en el que esa cortina de humo se materialice en aquello que sueñas.
¿No tienes miedo de perderlo todo sin haberlo si quiera ganado?
Yo sí.
Me gustaría poder avanzar el tiempo a cámara rápida, viviendo desde fuera sin tener que pasarlo mal -otra vez- y entonces llegar a ese momento en el que por fin pueda decir 'lo he conseguido'.
Sería bonito, ¿no? tener la satisfacción de que has luchado lo suficiente como para merecer ese preciado premio.
Pero, ¿no tienes miedo?
Miedo de que tu trofeo nunca llegue, de que tu lucha sea en vano. De fracasar.
¿No tienes miedo de luchar por falsos objetivos?
Yo sí.
Si pudiera solo...llegar, sin caminar antes, sin tener que dejarme a mí misma atrás hasta poder alcanzarlo. Si no tuviera que esforzarme, que llorar, que reír, que enfadarme o que gritar para poder tocar con la punta de los dedos lo que me da el aliento. Si pudiera me atrevería a hacerlo, a... llegar. Solo llegar.
Pero tengo miedo.
Y son más grandes los temblores de las piernas, que la fuerza que me impulsa a caminar.
Quisiera conseguirlo, tener mi sueño embotellado y perfectamente colocado en el rincón de 'cosas que me hacen feliz'.
Pero tengo miedo.
Mucho.
Y ninguna mano va a darme el empujón que necesito para empezar a correr tras lo que quiero, ni siquiera la tuya. Ni siquiera la mía.
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domingo, 28 de abril de 2013
viernes, 26 de abril de 2013
La caja de cerillas.
En una caja vacía de cerillas metí los restos de las fotografías que rompí para no tener que ver esa sonrisa que ya no era mía. La tiré al suelo del parque al que solíamos ir a gritar estupideces y ser el hazme reír de la gente, y nada más ver cómo se golpeaba contra el césped, cogí la última cerilla que saqué de aquella caja, que estuvo vacía antes de meter los restos de las fotografías. La encendí en ese ataúd casero de cartón, y la lancé sobre el sepulcro de recuerdos impresos en papel.
Momentos hechos trizas, sepultados en la caja, y quemados por ella misma.
Qué irónico acabar destruido por lo único que te protege.
Y qué triste no hacer nada para apagar el humo que te asfixia.
¿No lo ves?
No son fotografías, somos nosotros, quemados por las cenizas de lo que un día fuimos, sin huir del desastre que hemos causado nosotros mismos.
Momentos hechos trizas, sepultados en la caja, y quemados por ella misma.
Qué irónico acabar destruido por lo único que te protege.
Y qué triste no hacer nada para apagar el humo que te asfixia.
¿No lo ves?
No son fotografías, somos nosotros, quemados por las cenizas de lo que un día fuimos, sin huir del desastre que hemos causado nosotros mismos.
jueves, 25 de abril de 2013
El ''vuelve a buscarme'' detrás del ''que te vaya bien''.
Si alguna vez olvido cuál era tu canción favorita.
Si no consigo recordar cuál era tu chocolate favorito, si te gustaba en una taza azul o si por el contrario lo preferías frío, en una simple tableta de la nevera.
Si tu nombre empieza a ser solo letras ordenadas de forma vacía o si las mariposas de mi estómago deciden dejar de volar.
Si al levantarme cada mañana lo primero en lo que pienso es en qué desayunar en lugar de en qué momento verte.
Si perderte ya no me duele, o tu olor pasa a ser un perfume de otoño que se llevó el invierno y se escondió tras la primavera.
Si logro imaginar mis huesos desgastándose con otros huesos que no son los tuyos, y la idea de tenerte es solo un pensamiento desechado.
Si me voy y mi ida es una oportunidad para ser sustituida, y no miras atrás para saber si sigo esperando o si ya estoy demasiado lejos.
Si tras la despedida no hay un comienzo, entonces, no estábamos hechos para esto.
Si no consigo recordar cuál era tu chocolate favorito, si te gustaba en una taza azul o si por el contrario lo preferías frío, en una simple tableta de la nevera.
Si tu nombre empieza a ser solo letras ordenadas de forma vacía o si las mariposas de mi estómago deciden dejar de volar.
Si al levantarme cada mañana lo primero en lo que pienso es en qué desayunar en lugar de en qué momento verte.
Si perderte ya no me duele, o tu olor pasa a ser un perfume de otoño que se llevó el invierno y se escondió tras la primavera.
Si logro imaginar mis huesos desgastándose con otros huesos que no son los tuyos, y la idea de tenerte es solo un pensamiento desechado.
Si me voy y mi ida es una oportunidad para ser sustituida, y no miras atrás para saber si sigo esperando o si ya estoy demasiado lejos.
Si tras la despedida no hay un comienzo, entonces, no estábamos hechos para esto.
martes, 23 de abril de 2013
Una vez que me despida.
No será mi voz la que acaricie tus oídos con un ''te quiero'', ni mis lunares la constelación paralela a la tuya. No memorizaré cada rincón de tu piel o cada una de tus manías, ni cambiaré mi peculiar forma de ser solo porque a ti no te guste cómo doblo la ropa cada mañana.
No volverás a escuchar el sonido de mi risa al compás de tus estupideces, no podrás exigirme que descuelgue el teléfono para marcar tu número, o que haga las maletas para verte.
No me verás esperándote en tu puerta. No tendrás el derecho de obligarme a pertenecerte. No me tendrás.
Una vez que te desee lo mejor no habrá vuelta atrás, así que piénsalo bien antes de dejarme marchar, creyendo que cualquier otra puede entenderte como yo te comprendo, o quererte como yo te quiero.
Una vez que te despidas, solo seremos extraños con heridas.
No seré quién era. No seré de nadie.
Una vez que me despida.
No volverás a escuchar el sonido de mi risa al compás de tus estupideces, no podrás exigirme que descuelgue el teléfono para marcar tu número, o que haga las maletas para verte.
No me verás esperándote en tu puerta. No tendrás el derecho de obligarme a pertenecerte. No me tendrás.
Una vez que te desee lo mejor no habrá vuelta atrás, así que piénsalo bien antes de dejarme marchar, creyendo que cualquier otra puede entenderte como yo te comprendo, o quererte como yo te quiero.
Una vez que te despidas, solo seremos extraños con heridas.
No seré quién era. No seré de nadie.
Una vez que me despida.
domingo, 21 de abril de 2013
Sistemas de defensa.
No puedes huir de las personas para siempre, y esconderte en un caparazón de mentiras como si eso fuera a servirte de algo a la hora de ser fuerte.
No puedes evitar conocer a alguien y sentir mariposas en el estómago, ni siquiera podrás hacer que tus piernas dejen de tambalearse cuando tienes a esa persona delante.
No puedes fingir que eres feliz estando solo, hagas lo que hagas seguirás teniendo ese vacío que ningún hueco en tu cama será capaz de llenar.
No lo intentes, es inútil, por mucho que quieras es inevitable que necesites a alguien. Al fin y al cabo, ¿qué somos si no tenemos a nadie? Simples siluetas que jamás imaginaron que perder la compañía de otras doliera tanto.
No puedes evitar conocer a alguien y sentir mariposas en el estómago, ni siquiera podrás hacer que tus piernas dejen de tambalearse cuando tienes a esa persona delante.
No puedes fingir que eres feliz estando solo, hagas lo que hagas seguirás teniendo ese vacío que ningún hueco en tu cama será capaz de llenar.
No lo intentes, es inútil, por mucho que quieras es inevitable que necesites a alguien. Al fin y al cabo, ¿qué somos si no tenemos a nadie? Simples siluetas que jamás imaginaron que perder la compañía de otras doliera tanto.
Si quieres, bailamos.
¿Sientes las notas musicales acariciándote los oídos?
La aguja del tocadiscos besando suavemente la piel del vinilo.
Qué risa tan bonita tienen los discos, carcajadas compuestas de escalas musicales.
Sonrisas que sucumben en pasos de baile.
¿Sientes la poesía de las canciones?
Voces líricas que camuflan con letras gritos que no dicen con palabras.
Qué precioso queda emitir señales de socorro mediante claves de sol.
Cicatrices de dolor escondidas en una voz.
¿Sientes que la música dice lo que callas?
Que cada nota musical es un pedacito de tu vida.
Que cada desafinación es una época torcida.
Que cada melodía es tu día a día escrito en verso.
Y ahora dime, ¿bailarás conmigo esta canción que lleva tu nombre?
¿O prefieres convertite en una nota desafinada?
La aguja del tocadiscos besando suavemente la piel del vinilo.
Qué risa tan bonita tienen los discos, carcajadas compuestas de escalas musicales.
Sonrisas que sucumben en pasos de baile.
¿Sientes la poesía de las canciones?
Voces líricas que camuflan con letras gritos que no dicen con palabras.
Qué precioso queda emitir señales de socorro mediante claves de sol.
Cicatrices de dolor escondidas en una voz.
¿Sientes que la música dice lo que callas?
Que cada nota musical es un pedacito de tu vida.
Que cada desafinación es una época torcida.
Que cada melodía es tu día a día escrito en verso.
Y ahora dime, ¿bailarás conmigo esta canción que lleva tu nombre?
¿O prefieres convertite en una nota desafinada?
viernes, 19 de abril de 2013
Adiós, cielo.
Ya no es el mismo temblor de piernas que sentía al verte. Mis manos ya no pierden el equilibrio cuando estás cerca, y si lo hacen, es porque están buscando una manera de alejarse de tus dedos.
Las mariposas del estómago se convirtieron en cuchillas, que poco a poco terminaron desgarrando incluso la parte de mí que creía más fuerte.
A penas puedo recordar tu nombre, o el sonido de tu risa cuando decía alguna estupidez. Ni siquiera logro entender por qué alguna vez llegué a pensar que mis huesos se tornarían grises con los tuyos.
El ''te quiero'' se encerró en una cápsula del tiempo, y volvió a aquellos días en los que no existía ningún sentimiento. Y en mi piel se borró el rastro de tus labios.
Ya no es la misma sensación de vacío cuando no estás, me siento feliz teniéndote lejos. Ya no tengo miedo de saber que te fuiste, que no volverás, ni te arrepientes de nada. Aunque no estaría de más que algún día me dijeras que me echas de menos.
Lo siento, pero ya no te siento.
Las mariposas del estómago se convirtieron en cuchillas, que poco a poco terminaron desgarrando incluso la parte de mí que creía más fuerte.
A penas puedo recordar tu nombre, o el sonido de tu risa cuando decía alguna estupidez. Ni siquiera logro entender por qué alguna vez llegué a pensar que mis huesos se tornarían grises con los tuyos.
El ''te quiero'' se encerró en una cápsula del tiempo, y volvió a aquellos días en los que no existía ningún sentimiento. Y en mi piel se borró el rastro de tus labios.
Ya no es la misma sensación de vacío cuando no estás, me siento feliz teniéndote lejos. Ya no tengo miedo de saber que te fuiste, que no volverás, ni te arrepientes de nada. Aunque no estaría de más que algún día me dijeras que me echas de menos.
Lo siento, pero ya no te siento.
domingo, 14 de abril de 2013
Cielo.
Me gustaría poder tenerte tirado en mi cama, con la espalda al descubierto. Entonces me quedaría mirándote desde una esquina de mis sábanas, intentando memorizar cada lunar que adorna tu piel, para después trazar con ellos constelaciones con mis propios dedos.
Te convertirías en mi cielo por la noche, con sus estrellas color café y algún que otro cometa con complejo de cicatriz.
Un cielo hecho de carne y huesos, de lágrimas secadas hace tiempo y sonrisas imposibles de borrar.
Te convertirías en mi cielo por la noche, con sus estrellas color café y algún que otro cometa con complejo de cicatriz.
Un cielo hecho de carne y huesos, de lágrimas secadas hace tiempo y sonrisas imposibles de borrar.
sábado, 13 de abril de 2013
Cuenta hasta diez.
Si cerraras los ojos y contases hasta diez, podría esconderme donde quisiera. Debajo de tu cama, en tu armario, detrás de una puerta o incluso en la bañera de tu baño. No dejaría que me vieras, aguantaría la respiración incluso para que no me escuchases, de nada te serviría fingir que sabes dónde estoy para que salga.
Intentaría no reírme al verte pasar de largo y darte media vuelta porque no me ves. Haría todo lo posible por que no lograras encontrarme.
Entonces, cuando sientas que has mirado en todos los rincones de tu casa, cuando creas que nunca podrás volver a verme, que me habré casando de esperarte y que me habré marchado, solo entonces, saldré de donde estoy y te taparé yo misma los ojos.
No hará falta que te diga mi nombre, con solo saber el tacto de mis manos podrás reconocerme. Y en ese preciso instante, aún con la respiración entrecortada por el esfuerzo de buscarme, verás con los ojos cerrados y mis latidos pegados a tu espalda, que aunque diga que me marcho, siempre me quedo a tu lado aunque no puedas verme.
Intentaría no reírme al verte pasar de largo y darte media vuelta porque no me ves. Haría todo lo posible por que no lograras encontrarme.
Entonces, cuando sientas que has mirado en todos los rincones de tu casa, cuando creas que nunca podrás volver a verme, que me habré casando de esperarte y que me habré marchado, solo entonces, saldré de donde estoy y te taparé yo misma los ojos.
No hará falta que te diga mi nombre, con solo saber el tacto de mis manos podrás reconocerme. Y en ese preciso instante, aún con la respiración entrecortada por el esfuerzo de buscarme, verás con los ojos cerrados y mis latidos pegados a tu espalda, que aunque diga que me marcho, siempre me quedo a tu lado aunque no puedas verme.
Salta.
Al borde del abismo, sin nadie que te sujete al caer, sin alas para sobrevolar el suelo, sin una red al final de la caída.
Al borde del abismo, donde solíamos gritarle al viento que no nos podría tirar, con la seguridad de nuestras manos que nos impediría saltar.
Al borde del abismo de aquel acantilado que ahora solo retumba con mi eco.
Al borde del abismo, al borde del peligro, a un paso de distancia del final, pero sin tener la valentía para avanzar.
Al borde del abismo, del abismo que lleva tu nombre.
Al borde del abismo que dejaste cuando saltaste sin llevarme detrás, y aún sin moverme del suelo soy yo la que está cayendo.
Al borde del abismo, donde solíamos gritarle al viento que no nos podría tirar, con la seguridad de nuestras manos que nos impediría saltar.
Al borde del abismo de aquel acantilado que ahora solo retumba con mi eco.
Al borde del abismo, al borde del peligro, a un paso de distancia del final, pero sin tener la valentía para avanzar.
Al borde del abismo, del abismo que lleva tu nombre.
Al borde del abismo que dejaste cuando saltaste sin llevarme detrás, y aún sin moverme del suelo soy yo la que está cayendo.
martes, 9 de abril de 2013
(No) te quiero.
Podrías destrozarme con tan solo tres palabras, o dos, dependiendo de si me las dices a mi o a ella. Pudiste haberme roto en mil pedazos solamente con mirarme sin verme, para después recomponerme con un beso.
Tenías la oportunidad de recoger los restos de mi que dejaste, tirarlos al aire y ver cómo se esparcen; o guardarlos en una cajita con un candado que nunca abres.
Y de todas esas opciones dichas y calladas, elegiste irte sin decir nada. Sin mirarme, sin romperme, sin adiós. Te fuiste escondiendo la promesa de que nunca me dejarías sola, y escondiendo en un rincón que jamás encontraré esas tres palabras que hubieran podido destrozarme.
Tenías la oportunidad de recoger los restos de mi que dejaste, tirarlos al aire y ver cómo se esparcen; o guardarlos en una cajita con un candado que nunca abres.
Y de todas esas opciones dichas y calladas, elegiste irte sin decir nada. Sin mirarme, sin romperme, sin adiós. Te fuiste escondiendo la promesa de que nunca me dejarías sola, y escondiendo en un rincón que jamás encontraré esas tres palabras que hubieran podido destrozarme.
lunes, 8 de abril de 2013
Puedes irte si quieres.
No tengo claro en qué momento comenzó a no preocuparme que la gente me dejara. Puede que fueras tú quien me hiciera ver que quedarse solo no era tan malo, y que siempre habría alguien a quien le importara aunque quien me importara a mi ya no supiera quién era.
Tampoco sé cuándo comencé a ser yo, pero lo que tengo claro es que sé quién soy, y que entre las palabras que me definen no están las de ''miedica'' o ''dependiente''. Ya no están.
Antes era una cobarde que necesitaba a otras personas para ser feliz, una cobarde a la que le temblaban las piernas y se le humedecía la vista con solo pensar que podrían abandonarla y sustituirla.
Supongo que me di cuenta que dejar ir no era tan malo, supongo que me fui acostumbrando hasta que dejó de dolerme.
No lo sé.
No tengo claro en qué momento comenzó a no preocuparme que la gente me dejara, pero estoy segura de que fue gracias a ti, que te creía diferente y no estaba tan equivocada: eras distintamente peor a los demás.
Pueden irse cuántos quieran, nunca estaré más sola de lo que estaba cuando me empeñaba en quedarme a su lado, a pesar de que me hacían daño.
Tampoco sé cuándo comencé a ser yo, pero lo que tengo claro es que sé quién soy, y que entre las palabras que me definen no están las de ''miedica'' o ''dependiente''. Ya no están.
Antes era una cobarde que necesitaba a otras personas para ser feliz, una cobarde a la que le temblaban las piernas y se le humedecía la vista con solo pensar que podrían abandonarla y sustituirla.
Supongo que me di cuenta que dejar ir no era tan malo, supongo que me fui acostumbrando hasta que dejó de dolerme.
No lo sé.
No tengo claro en qué momento comenzó a no preocuparme que la gente me dejara, pero estoy segura de que fue gracias a ti, que te creía diferente y no estaba tan equivocada: eras distintamente peor a los demás.
Pueden irse cuántos quieran, nunca estaré más sola de lo que estaba cuando me empeñaba en quedarme a su lado, a pesar de que me hacían daño.
Alguien a quien quiero, pero no conozco.
No sé quién eres. Si tus ojos son marrones, grises o verdes. Si tu mirada anda perdida buscando la mía, o si has encontrado otra por error. No tengo ni idea de cuáles son tus cicatrices, si son profundas o solo una marca del tiempo.
No logro imaginar dónde se esconden tus lunares o tus más sinceros miedos. Si estás temblando en un rincón de tu habitación o si eres tan feliz que aún no me necesitas.
Quisiera saber tu nombre para al menos gritarte que vengas, o el tono de tu voz para recordarlo antes de cerrar los ojos. El tacto de tu piel que quizás haga conjunto con el mío, o si necesitas que aparezca y te gire la sonrisa que está injustamente del revés.
No sé quién eres, ni si me estás esperando de la misma forma que yo lo hago, pero ya nos veremos cuando estemos preparados para encontrarnos, y poner por fin un rostro a lo que viene siendo la imagen de alguien a quien quiero, pero no conozco.
No logro imaginar dónde se esconden tus lunares o tus más sinceros miedos. Si estás temblando en un rincón de tu habitación o si eres tan feliz que aún no me necesitas.
Quisiera saber tu nombre para al menos gritarte que vengas, o el tono de tu voz para recordarlo antes de cerrar los ojos. El tacto de tu piel que quizás haga conjunto con el mío, o si necesitas que aparezca y te gire la sonrisa que está injustamente del revés.
No sé quién eres, ni si me estás esperando de la misma forma que yo lo hago, pero ya nos veremos cuando estemos preparados para encontrarnos, y poner por fin un rostro a lo que viene siendo la imagen de alguien a quien quiero, pero no conozco.
domingo, 7 de abril de 2013
Ahora que te has ido.
Haré fotografías a prueba de fuego para no tener que quemarlas cuando te vayas, y aún así intentaré buscar una forma alternativa de olvidarte, aunque no pueda.
Escribiré sobre ti a lápiz en las páginas de un cuaderno, para poder borrarte al menos del papel, aunque me sea imposible hacerlo de mis recuerdos.
Intentaré grabar tu voz cada vez que me llames para decirme que me quieres o que me odias, solo para poder escucharla de nuevo antes de dormir, aunque no estés.
Y recordaré de ti cada mínimo detalle aunque duela o aunque ya no te acuerdes de quién soy. De quién fuimos.
Me pondré un escudo anti-balas que lleven tu nombre, y me protegeré a mi misma de la estúpida idea no verte.
Haré lo que pueda para olvidarme de ti, ahora que te has ido.
Escribiré sobre ti a lápiz en las páginas de un cuaderno, para poder borrarte al menos del papel, aunque me sea imposible hacerlo de mis recuerdos.
Intentaré grabar tu voz cada vez que me llames para decirme que me quieres o que me odias, solo para poder escucharla de nuevo antes de dormir, aunque no estés.
Y recordaré de ti cada mínimo detalle aunque duela o aunque ya no te acuerdes de quién soy. De quién fuimos.
Me pondré un escudo anti-balas que lleven tu nombre, y me protegeré a mi misma de la estúpida idea no verte.
Haré lo que pueda para olvidarme de ti, ahora que te has ido.
Tú y yo juntos, solo cuando duermo.
A veces echo de menos fingir que te veo, ya sabes, cómo solíamos hacerlo:
Tú cogiéndome la mano con los ojos cerrados y la sonrisa abierta, el único momento dónde podíamos tenernos.
Yo rozando mi nariz con la tuya mientras reías y te apartabas, gritándome lo pequeña que era.
Tú enlazando tus dedos con los míos al compás de nuestros labios.
Tus lunares y mis lunares jugando a que se encuentran con la luz apagada.
Yo callándome lo feliz que era estando contigo, porque nunca tuve el valor suficiente para decírtelo, y tú quejándote de lo fría que era, aunque por dentro fuera una tormenta en plena ebullición.
Tú y yo, solos tú y yo. Nadie más.
A veces echo de menos fingir que no te quiero.
Tú y yo, soltándonos la mano. Y yo llorando porque no quería que te fueras.
Tú alejándote sin mirar atrás. Yo arrastrándome por que volvieras.
Tú sin echarme de menos. Yo esperándote en la puerta, en el teléfono.
Tú y yo, cambiado por tú y ella.
A veces te echo de menos. Solo a veces.
El resto del tiempo imagino que vuelves. Tú y yo juntos, solo cuando duermo.
¿A quién voy a engañar?
A quién voy a engañar, si aunque te hayas ido te sigo queriendo como el primer día o incluso más.
Cada mañana es una lucha continua entre hormigueos en los brazos que me dicen que volverás, y golpes en el pecho que me dicen lo contrario. Golpes que por la noche ganan, y lo celebran saliendo en forma de lágrimas.
A quién voy a engañar, si aunque tú seas feliz conmigo lejos yo no consigo serlo si no te tengo, y cada beso que das es una herida más que no cicatriza.
A quién voy a engañar, si aunque lo niego te echo de menos, y recaigo pensando que podríamos solucionarlo. Pero cada paso que doy para acercarme, es un paso que das caminando de su mano.
¿A quién voy a engañar pensando que puedo olvidarte? A ti, quizás.
Cada mañana es una lucha continua entre hormigueos en los brazos que me dicen que volverás, y golpes en el pecho que me dicen lo contrario. Golpes que por la noche ganan, y lo celebran saliendo en forma de lágrimas.
A quién voy a engañar, si aunque tú seas feliz conmigo lejos yo no consigo serlo si no te tengo, y cada beso que das es una herida más que no cicatriza.
A quién voy a engañar, si aunque lo niego te echo de menos, y recaigo pensando que podríamos solucionarlo. Pero cada paso que doy para acercarme, es un paso que das caminando de su mano.
¿A quién voy a engañar pensando que puedo olvidarte? A ti, quizás.
lunes, 1 de abril de 2013
¿Bailamos?
Quiero ser ese baile en tu habitación entre notas cantadas por tu tocadiscos. Quiero ser esa canción que sonaba en aquel instante que, aún sin existir, sigue pareciéndome perfecto. Quiero ser ese pato mareado que se esforzada por seguir tus pasos y que siempre acababa pisándote un pie aunque tú camuflaras el dolor con una sonrisa.
Quiero ser esa mirada sostenida al compás de nuestras caderas. Quiero ser la que baila contigo y no sola. Quiero ser yo y no otra la que lleve el ritmo de tu respiración.
Quiero por un momento fingir que ignoro saber que no soy ese baile, ni esa canción, ni ese pato mareado, ni siquiera tu compañera de baile. Quiero fingir que soy ella la que baila y quita el vinilo cuando ya está tan cansada que lo único que quiere es arrastrarte de la mano hasta quedarse dormida en tu cama.
Déjame imaginar solo por un momento que sigo siendo yo la única con la que quieres sustituir la música por silencio. Que sigo siendo yo, y no ella la que baila contigo hasta las tantas de la madrugada, en un rincón de tu habitación entre notas cantadas por tu tocadiscos.
Quiero ser esa mirada sostenida al compás de nuestras caderas. Quiero ser la que baila contigo y no sola. Quiero ser yo y no otra la que lleve el ritmo de tu respiración.
Quiero por un momento fingir que ignoro saber que no soy ese baile, ni esa canción, ni ese pato mareado, ni siquiera tu compañera de baile. Quiero fingir que soy ella la que baila y quita el vinilo cuando ya está tan cansada que lo único que quiere es arrastrarte de la mano hasta quedarse dormida en tu cama.
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