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lunes, 16 de septiembre de 2013

Un fin disfrazado de principio.

Hoy es un día blanco, uno de esos días en los que soy la tercera persona, el extra de una película que no es la mía. Hoy soy la pieza del puzzle que no tiene sitio que ocupar, la que se ha quedado fuera porque está en la caja equivocada. Dónde habrán quedado las piezas que me faltan.
Hoy veo pasar a la gente por mi lado y no sé qué historia esconden. Puede que ni siquiera tengan una que merezca ser escrita en un papel. Y todo se queda en eso, en pasar por mi lado. Me pregunto en qué momento me volví visiblemente invisible.
¿Es así como se siente una persona que está sola? ¿No es verdad que duele cuando todo son círculos que se hacen cada vez más estrechos y sin cupo para ser un trazo más?
Y quizás en días como éste es cuando más me parezco a una cajita de música, encerrada en sí misma para no dejar que ningún intruso escuche su melodía. Aunque es verdad que las notas sólo cobran vida cuando ésta abre sus puertas, pero a lo mejor es que no quiero mezclar mi mundo con el de fuera.
Dime, ¿qué se hace cuando no te sientes libre, pero no tienes un sitio al que escapar?
Será que tú eres mis alas, pero qué haré si alguna vez a alguien le da por cortarlas.
Me dolería más perderte que el hecho de no saber a qué saben tus abrazos.
Hoy. Hoy es un día blanco.
Y tiemblo con sólo pensar que quizás también lo sea mañana.

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