Seguidores

sábado, 22 de diciembre de 2012

7.


Nunca llegué a acostumbrarme a la realidad, era demasiado patética comparada con lo que siempre soñaba. Pensar que los finales felices existían fue una tontería, al menos para mí las cosas nunca terminaron de esa manera.
A día de hoy sigo preguntándome por qué las mejores personas son las que peor lo pasan en la vida, por qué gente que se dedica a destrozar sueños ajenos tiene todo lo que desea y es completamente feliz, mientras que los demás tenemos que aguantarnos con las burlas del destino. ¿Por qué yo no tengo la misma suerte que ella?
Con cada hora que pasa me doy cuenta de que no puedo hacer nada, y eso es lo que me mata por dentro. Ella lo tiene demasiado fácil, porque todo lo que quiere se encuentra a dos pasos de su casa, y en cambio yo tengo que pagar un billete de tren para poder tenerlo. Y ese es, quizás, el verdadero problema: que nunca podré estar cuando él me necesite.
Entonces me doy cuenta de que no puedo luchar aunque quiera, no puedo evitar perder lo único que me queda, porque directamente ya lo tengo perdido. Es como tener las manos y las piernas atadas mientras dejo que alguien me pegue una paliza: por mucho que quiera darlo todo y dejarme la vida en ganar, no puedo.
Así que lo siento, pero no soy capaz de luchar por ti ni por mí misma, ni tampoco soy capaz de dejarte ir, porque llegará el día en el que tenga una oportunidad para hacer que todo cambie. Y, créeme, haré todo lo posible para que sea cuanto antes.
Mientras tanto veré cómo te alejas y no haré nada para pararte, porque sé que no quieres quedarte conmigo. De modo que si realmente vas a ser completamente feliz cambiándome por otra persona, hazlo, me importan más tus sentimientos que los míos. No me importa esperarte, nunca me importó. A diferencia de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario