Verano... también creí que me gustaba. Pero no, demasiado calor - bromeó-, y bueno, el otoño, ¿qué decir? sigue encantándome la lluvia y la manera que tiene de mojarme el pelo -dijo con una sonrisa nostálgica-.
Odiaba la primavera, tan llena de vida y tan... diferente. Con todas esas flores que me hacían estornudar nada más olerlas y esos cambios de temperatura tan inesperados - hizo una mueca de disgusto -. <<Definitivamente prefiero el verano>> Decía.
Pero no -negó con la cabeza-, estaba demasiado ciego quejándome del polen como para darme cuenta de que me encantaba caminar con el sol rozándome la cara, acariciándome, transportándome a otro mundo con solo cerrar los ojos. Y las flores de los árboles, ¡oh, las flores!, que colorean las calles tan sucias de gente.
Los pájaros que vuelven a cantar por las mañanas o el viento que en lugar de golpearte las mejillas nada más despertar, te las besa.
Sí, me encanta la primavera - se giró y la miró con una sonrisa -. ¡Tú eres mi primavera!
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