Me gusta el color de tu piel tal que así, a escasos centímetros de la mía, con esos lunares tan característicamente alineados que hacen juego con los míos. Tan blanca y perfecta, como la nieve recién caída, que dan ganas de acariciarla y dejar huella.
La recorrería con mis manos todo el tiempo, hasta saber dónde se encuentra exactamente cada cicatriz, cada marca, saber ubicarlas con los ojos cerrados, y poder besarte al mismo tiempo.
Y la verdad es que ahora que he rozado tu textura, no quiero alejarme. Quiero poder deslizarme entre tus constelaciones de lunares y descubrir otras nuevas que ninguna otra antes haya visto, o tocado, o sentido.
Quiero poder decir que conozco tu piel como la palma de mi mano. Que solo mis heridas encajen con las tuyas.
Sé mío y seré tuya.
Me gusta el color de tu piel tal que así, marcado con los restos de la mía. Como las cenizas de una hoguera, que aunque apagadas, siguen juntas, grises, calientes, como el primer día.
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