Siempre me gustó cada parte de ti, tú incluido. Tus ojos, tu pelo, tus lunares, y tu sonrisa -sobretodo tu sonrisa-. Me hubiera gustado poder mirarte de cerca y enamorarme aún más de todos esos detalles, pero no pude. Así que, bueno, espero no olvidarlos nunca aunque ahora ya sean solo pequeños fragmentos borrosos de recuerdos.
También me gustaba tu nariz, tan... perfectamente recta. Y tu voz, especialmente cuando me llamabas, solo entonces me gustaba mi nombre.
Tu pecho, tu espalda, tus piernas, tus manos. Tú. Tus hoyuelos. Tú.
La capacidad que tenías para no hacerme sentir sola, o tus heridas, que era similares a las mías aunque tú no lo supieras.
Todo me gustaba.
Me gustabas, no.
Te quería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario