Seguidores

lunes, 1 de julio de 2013

La chica del vestido amarillo.

Era bonito tener el ruido de las olas como única compañía, y los rayos del sol acariciándome la piel desde detrás de las nubes grises. Incluso era bonito llorar de dolor y sentirse atrapada al lado del mar.
Siempre quise estar en la costa.
Era de día. O de noche, no estoy segura. Las lágrimas me emborronaban el horizonte, y no conseguía distinguir si lo que ascendía sobre él era el sol o la luna. Pero tampoco me importaba.
Ya nada me importaba.
Lo había perdido todo, incluso aquello que creía que tendría para siempre. Incluyéndome a mí misma.
Luché durante varios años por intentar salir del pozo en el que me había caído sin saber cómo; intenté escalarlo miles de veces, pero siempre acababa cayéndome.
Aún así, después de destrozarme con cada caída, no me rendí. Seguí luchando. Siempre luchando.
Pero no era suficiente.
Necesitaba a alguien, necesitaba una cuerda. Y la tuve. Una persona intentó ayudarme a salir, o al menos eso decía.
Pensé que lo había logrado, que había escapado de mi pesadilla y que por fin volvería a ser feliz.
Me equivocaba.
Mi cuerda resultó ser solo una horca. 
Y caí, volví a caer. Y esta vez el golpe fue más fuerte, porque había llegado más alto.
Pero no me rendí nunca, sólo seguí destrozándome.
Así que ahí estaba, mirando al mar. Con los nervios arañándome el estómago y recorriendo cada parte de mi cuerpo por medio de temblores.
Tenía los ojos rojos por las lágrimas, y gritos esperando a ser liberados. Tantos que no fui capaz de soltarlos.
Sabía que era mi fin, que era débil, que de tanto luchar había acabado por perderme a mí misma.
No me sorprendió escucharla llegar y sentarse a mi lado, esperando a que yo me girara para mirarla directamente a los ojos.
No lo hice. Sólo quería llorar y volver a ser pequeña. Volver al tiempo donde mis fantasmas seguían vivos.
Ella seguía mirándome, expectante. Así que me giré.
Y entonces me vi.
Me vi con una sonrisa ladeada y los ojos llenos de fuerza, rabia y felicidad al mismo tiempo, vi el fuego que tenían dentro.
Supe entonces que ella era la prueba de que yo había ganado, de que destrozarme no me había matado. Me había hecho más feroz.
La abracé y lloré como la niña pequeña que era, agarrándome a su espalda con fuerza para intentar así que la muerte fuera leve.
Ella era mi parte fuerte, y no se puede ser fuerte mientras se es débil.
Disparó. Y aún con la bala rozando mi espalda, no sentí dolor, porque ya llevaba muerta mucho tiempo. No hace falta que tu corazón deje de latir para dejar de estar viva.
El mar perdió su sonido, y la arena se destiñó en color negro a juego con el gris de las nubes, que también habían oscurecido.
Pero no por mucho tiempo.
La melodía de las olas fue creciendo hasta alcanzar su máximo volumen, y el negro volvió a ser gris en el cielo.
Estaba viva.
Miré hacia abajo. Mi vestido azul era ahora amarillo.
Sin embargo, cuando quise levantarme, no pude.
Y lo supe.
Supe que no había muerto, que estaba encerrada dentro de ella, de mi parte fuerte. Quise llorar otra vez, escapar y volver a mi mundo de dolor, ajeno a la realidad. 
Había terminado una lucha, para comenzar otra contra mí misma. Una lucha que jamás ganaría. Porque la chica del vestido amarillo era más fuerte que yo.
Así que a partir de ese día comenzó la batalla contra lo que fui y lo que soy. Contra mis dos mitades.
Mi parte fuerte siempre ganaba, escondiendo en lo más profundo de mis recuerdos a mi parte débil.
Pero a veces, ella salía desde su rincón oculto y derribaba de un golpe a la chica del vestido amarillo.
Entones, por unas horas, volvía a ponerme el vestido azul, y a sentirme como la niña indefensa que era años atrás.
Porque hasta los mayores guerreros tienen una parte débil que les hace fuertes.

4 comentarios:

  1. Enorme y sublime texto, que aunque sea largo, no puedes despegar los ojos de él desde la primera palabra hasta la última.
    Que suerte haber encontrado este blog, es maravilloso.
    Bisous,
    desde http://namorarsemagoaosxeonllos.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, de verdad. Me alegra saber que lo que escribo gusta a otras personas. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Me acabo de enamorar de tu blog, escribes genial, es adictivo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oh, muchas gracias, jo... Me anima muchísimo que me digan esto c:

      Eliminar