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viernes, 26 de julio de 2013

Invierno de julio.

Pasan los meses, los días, las horas. Los martes se convierten en miércoles y los febreros en marzos. El frío se transforma en primavera, y las flores dejan paso al calor del verano.
Y tú sigues sin irte, y yo sin soltar tu mano.
Guardé en un cajón con llave tus fotografías, y quemé todas tus cartas hace ya tiempo. Te encerré en un pequeño hueco donde nunca más dejaría entrar a nadie.
Y no fui capaz de olvidarte.
Cogiste tus maletas y borraste todas las promesas que no dio tiempo a cumplir. Dejaste que tus manos encajasen con otras que no eran mías, y pusiste a cero el contador de besos. Esos que reservabas, pero que nunca llegaste a darme.
Y te fuiste sin girarte, ni siquiera para mirarme.
Y pasaron los meses, los días, las horas. Pasó de todo menos tú. Tú no te me pasaste.
Y es triste cómo ahora, que ya ni cenizas quedan de aquella tarde, incumples tu palabra de quedarte, de no dejarme.
Así que dime, dulce otoño de martes, dónde queda diciembre, para ir a buscarte.

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