Ha pasado un tiempo. No sé si mucho o no tanto. Para ti supongo que parecerá un siglo, para mí es como si fuera ayer la última vez que escuché el sonido de tu respiración acompasada con la mía.
Pero qué más da la velocidad a la que giren las agujas del reloj, si vayan lentas o deprisa voy a terminar por perderte igual. Perderte del todo, quedarme sin nada.
Y es que por mucho que lo intente, no puedo olvidarte. Aunque es verdad que ahora escueces más que dueles, todo hay que decirlo.
Llámalo masoquismo, pero echo de menos tenerte metafóricamente a mi lado.
Aún no entiendo por qué me arañan el estómago recuerdos que hacen daño, de momentos en los que no era feliz. Sí, esos mismos en los que tú controlabas mi estado de ánimo.
Y lo he intentado, créeme que lo he intentado, pero no soy capaz de dejar de quererte. Incluso creo que ahora te quiero más que antes, qué irónico.
Pasamos de platónicos a imposibles, o quizás siempre fuimos lo primero. Porque dime, ¿alguna vez me has querido, como yo te quiero?
Hablar en presente de lo que siento, cuánto hacía que no me atrevía a hacerlo. Todo por culpa de fingir que me he quedado vacía, sin sentimientos.
Solía creer que te me pasarías, que estabas de paso. Pero ya va casi medio año, y aún sigo buscándote soñando.
Tú conmigo y yo sin ti. Triste final para un cuento de enamorados (¿enamorados?).
No hay comentarios:
Publicar un comentario