-Lo difícil es encontrar a alguien que sea bueno de verdad - dice mientras balancea sus piernas sobre el vacío -. Ahora todo el mundo es cruel, todos se hacen daño unos a otros con la excusa de que es en defensa propia. Se esconden tras la ley del más fuerte y no se dan cuenta de que así lo único que consiguen es crear un círculo vicioso de capullos y facilonas con complejo de misántropas - sus piernas empiezan a balancearse a destiempo.
Y la verdad es que es triste, ya no queda nadie que tenga miedo de hacer llorar a otras personas, ya nadie piensa ''no quiero hacerte lo mismo que me hicieron a mí''. Qué va, ahora si entraras en la mente de cualquier extraño estoy segura de que podrías leer en letras de neón ''no creo en el amor y por eso me refugio entre tus piernas. Y entre las tuyas. Y entre las tuyas. Y entre las tuyas...'' - sus piernas se detienen.
Es por eso que creo que eres diferente, ¿sabes? - mira el vacío y las luces de coches que vienen y van - porque tú tienes escrito en tu mente y en letras de neón ''no creo en el amor'' sólo eso. Y también te refugias entre los recovecos de alguien, claro que lo haces - sonríe suspirando - pero no haces daño a nadie, y eso es lo que me gusta.
Tú dices que quieres estar solo pero eso no es así, y yo digo que quiero estar sola pero eso no es así tampoco. Así que si quieres podemos estar solos juntos.
Entonces deja de mirar la carretera y gira levemente la cabeza para mirarme a mí.
Espera una respuesta pero yo no tengo ninguna. ¿Qué voy a decir, si nadie antes había sabido descifrarme de aquella manera?
Yo le agarro de la mano y nos quedamos así toda la noche. O no, a lo mejor sólo fueron unos minutos, pero de serlo hubieran sido las horas mejor empleadas de toda mi vida. Aunque lo único que estuviéramos haciendo fuese ver un mar de coches, y pasar frío como dos tontos en pleno Diciembre.
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sábado, 30 de noviembre de 2013
viernes, 29 de noviembre de 2013
De Andrómeda a tu espalda.
Es curioso lo raro que es conocer a alguien. Un día os presentan, o eres tú quien la encuentra a ella o es ella la que te encuentra a ti. Entonces le preguntas que cómo se llama y ella te hace la misma pregunta, y esa figura anónima cobra nombre y apellidos. Pero no deja de ser una especie de interrogante al que aún no sabes responder. No sabes qué le gusta desayunar por las mañanas o si se le da bien doblar las camisetas. Sólo sabes que para ti ella es una barrera que aún no sabes cómo echar abajo.
Dicen que las personas son un mundo, pero yo no lo creo así, yo creo que cada persona es un universo.
Es como que pasa el tiempo, y ese chico o esa chica que has conocido deja de ser un agujero negro inescrutable, comienzas a ver poco a poco pequeñas constelaciones, estrellas sueltas y puede que hasta mundos propios creados por esa persona.
Comienzas a saber qué le da miedo, quién le ha hecho ser de la forma que es, cuál es su color favorito, la manera que tiene de atusarse el pelo detrás de la oreja o incluso cuántas veces comprueba la puerta antes de irse porque es una maniática.
Deja de ser un nombre, deja de ser sólo una puerta cerrada: se convierte en una habitación de la que tú y sólo tú tienes llave. Una habitación a la que has sido invitado y en la que se esconden miles de secretos.
Así que sí, las personas somos como universos. Y por eso creo que nunca se llega a conocer a nadie, ni siquiera a nosotros mismos.
Pero lo cierto es que tengo la sensación de conocerte a ti, por muy grande que sea ese mundo que escondes en el pecho.
Dicen que las personas son un mundo, pero yo no lo creo así, yo creo que cada persona es un universo.
Es como que pasa el tiempo, y ese chico o esa chica que has conocido deja de ser un agujero negro inescrutable, comienzas a ver poco a poco pequeñas constelaciones, estrellas sueltas y puede que hasta mundos propios creados por esa persona.
Comienzas a saber qué le da miedo, quién le ha hecho ser de la forma que es, cuál es su color favorito, la manera que tiene de atusarse el pelo detrás de la oreja o incluso cuántas veces comprueba la puerta antes de irse porque es una maniática.
Deja de ser un nombre, deja de ser sólo una puerta cerrada: se convierte en una habitación de la que tú y sólo tú tienes llave. Una habitación a la que has sido invitado y en la que se esconden miles de secretos.
Así que sí, las personas somos como universos. Y por eso creo que nunca se llega a conocer a nadie, ni siquiera a nosotros mismos.
Pero lo cierto es que tengo la sensación de conocerte a ti, por muy grande que sea ese mundo que escondes en el pecho.
sábado, 23 de noviembre de 2013
Extraños a la fuga.
Esta es la historia de la triste Maryblue, un pez fuera del agua que vivía en una ciudad lejos del mar, y del pobre Ronnygrey, que rompía todo lo que tocaba porque él estaba tan roto que sus cristales cortaban.
Maryblue vivía en la zona norte, y quería marcharse al sur, porque odiaba el frío y detestaba que sólo con la lluvia fuese capaz de ver olas en el asfalto.
Ronnygrey, por el contrario, vivía en el sur, y quería marcharse lejos porque odiaba la arena de la playa y el calor de las mañanas, de las tardes, y de las noches.
A ella le gustaba estar sola y sumirse en otro mundo mientras caminaba por la calle, o incluso mientras estaba hablando con alguien.
Sin embargo él no era capaz de imaginarse una vida apartada de la gente.
Aunque, sí, ambos creaban mundos paralelos como única vía de escape.
<<¿En qué piensa Maryblue?>> se preguntaba la gente.
-¿A dónde quiere ir?
-A Argentina, Australia y puede que a Los Ángeles - decían otros.
Pero no, nadie sabía en qué pensaba cuando estaba callada (que era la mayor parte del tiempo) y por eso nadie le decía nada: porque era un misterio hecho de ropa y piezas rotas metafóricas.
<<¡Ya está intentando escapar otra vez Ronnygrey!>> pensaba la gente
-¿A dónde quiere ir?
-A Londres, Nueva York y puede que a Japón - decían otros.
Pero no, nadie sabía dónde tenía fijado su refugio, porque siempre le pillaban intentando entrar en la estación y dando media vuelta.
Y entonces un día Maryblue se marchó.
-¿A dónde fue Maryblue? - decía la gente.
-¿No es verdad que se fue lejos para buscar a Ronnygrey?
-Dicen que él un día se escapó y nunca más la volvió a ver.
-¿Cómo? Pero si no se han llegado a conocer.
<<¡Pobre Maryblue, él nunca la va a querer!>>
<<¡No, qué va, pobre Ronnygrey!>>
Y es que ella había oído hablar de él y ya le conocía aun sin saber de qué color eran sus ojos, y él sabía que ella existía porque soñó con su vestido azul una vez.
Así que Maryblue fue en busca de Ronnygrey, que andaba medio roto por culpa de un pintalabios rojo.
Y él se cogió un tren con destino al norte.
Y bien fue que se cruzaron aquel 11 de Mayo, pero es que en Junio se volvieron a ver.
Y Maryblue pegó las piezas de Ronnygrey, que andaba medio roto, ya sabéis, y en un descuido acabó cortándose y haciéndose daño.
Pero entonces un día los dos se marcharon.
-¿A dónde fueron Maryblue y Ronnygrey? - decía la gente.
-¿No es verdad que se fueron lejos para ser felices de una vez?
-Dicen que ella le arregló a él.
-¿Cómo? ¡Pero si andaba medio rota ella también!
<<¡Qué alegría, por fin la llegó a querer!>>
<<¡No, qué va, por fin ella le quiere a él!>>
Y esta la historia de Maryblue y Ronnygrey, de cómo dos personas rotas pueden juntar sus partes y escaparse juntas en un tren, aunque sus pedacitos corten y nadie más les vuelva a ver.
Maryblue vivía en la zona norte, y quería marcharse al sur, porque odiaba el frío y detestaba que sólo con la lluvia fuese capaz de ver olas en el asfalto.
Ronnygrey, por el contrario, vivía en el sur, y quería marcharse lejos porque odiaba la arena de la playa y el calor de las mañanas, de las tardes, y de las noches.
A ella le gustaba estar sola y sumirse en otro mundo mientras caminaba por la calle, o incluso mientras estaba hablando con alguien.
Sin embargo él no era capaz de imaginarse una vida apartada de la gente.
Aunque, sí, ambos creaban mundos paralelos como única vía de escape.
<<¿En qué piensa Maryblue?>> se preguntaba la gente.
-¿A dónde quiere ir?
-A Argentina, Australia y puede que a Los Ángeles - decían otros.
Pero no, nadie sabía en qué pensaba cuando estaba callada (que era la mayor parte del tiempo) y por eso nadie le decía nada: porque era un misterio hecho de ropa y piezas rotas metafóricas.
<<¡Ya está intentando escapar otra vez Ronnygrey!>> pensaba la gente
-¿A dónde quiere ir?
-A Londres, Nueva York y puede que a Japón - decían otros.
Pero no, nadie sabía dónde tenía fijado su refugio, porque siempre le pillaban intentando entrar en la estación y dando media vuelta.
Y entonces un día Maryblue se marchó.
-¿A dónde fue Maryblue? - decía la gente.
-¿No es verdad que se fue lejos para buscar a Ronnygrey?
-Dicen que él un día se escapó y nunca más la volvió a ver.
-¿Cómo? Pero si no se han llegado a conocer.
<<¡Pobre Maryblue, él nunca la va a querer!>>
<<¡No, qué va, pobre Ronnygrey!>>
Y es que ella había oído hablar de él y ya le conocía aun sin saber de qué color eran sus ojos, y él sabía que ella existía porque soñó con su vestido azul una vez.
Así que Maryblue fue en busca de Ronnygrey, que andaba medio roto por culpa de un pintalabios rojo.
Y él se cogió un tren con destino al norte.
Y bien fue que se cruzaron aquel 11 de Mayo, pero es que en Junio se volvieron a ver.
Y Maryblue pegó las piezas de Ronnygrey, que andaba medio roto, ya sabéis, y en un descuido acabó cortándose y haciéndose daño.
Pero entonces un día los dos se marcharon.
-¿A dónde fueron Maryblue y Ronnygrey? - decía la gente.
-¿No es verdad que se fueron lejos para ser felices de una vez?
-Dicen que ella le arregló a él.
-¿Cómo? ¡Pero si andaba medio rota ella también!
<<¡Qué alegría, por fin la llegó a querer!>>
<<¡No, qué va, por fin ella le quiere a él!>>
Y esta la historia de Maryblue y Ronnygrey, de cómo dos personas rotas pueden juntar sus partes y escaparse juntas en un tren, aunque sus pedacitos corten y nadie más les vuelva a ver.
jueves, 21 de noviembre de 2013
Letra de una canción muda.
Y sigue siendo ella la que cante para ti. Ya ves, ya pasó el tiempo y sigue siendo así. Tú ahora estás más alto, me gustas más así, y ese pelo negro se te sigue alborotando como el centro de Madrid.
Y yo, que ya no busco pájaros con alas rotas, que hace mucho tiempo que me entretengo curando las mías propias. Y tú que vuelves sólo para ver si se han curado y hacer como que acaricias la cicatriz, para después volverla a abrir, como quien no quiere la cosa.
Y tú.
Y tú.
Chico ignorante que no sabe que lo que se rompe o se arregla o se deja hecho pedazos, pero nunca se estropea más.
Y sigue siendo ella la que baile para ti. Y sigue siendo esa canción la que me recuerda a ti. Y sigues siendo tú el que odia el mundo por ese baile cancelado. Y es que tu artista ha cambiado de espectáculo.
Y yo que sigo siendo un papel secundario, me sigo preguntando si volveré alguna vez a tu escenario. Ya ves, ya pasó el tiempo y sigue siendo así: yo actuando entre actos y tú deseando que regrese tu actriz.
Y sigue siendo ella.
Siempre seguirá siendo ella.
Y nunca me volverá a tocar a mí.
Y yo, que ya no busco pájaros con alas rotas, que hace mucho tiempo que me entretengo curando las mías propias. Y tú que vuelves sólo para ver si se han curado y hacer como que acaricias la cicatriz, para después volverla a abrir, como quien no quiere la cosa.
Y tú.
Y tú.
Chico ignorante que no sabe que lo que se rompe o se arregla o se deja hecho pedazos, pero nunca se estropea más.
Y sigue siendo ella la que baile para ti. Y sigue siendo esa canción la que me recuerda a ti. Y sigues siendo tú el que odia el mundo por ese baile cancelado. Y es que tu artista ha cambiado de espectáculo.
Y yo que sigo siendo un papel secundario, me sigo preguntando si volveré alguna vez a tu escenario. Ya ves, ya pasó el tiempo y sigue siendo así: yo actuando entre actos y tú deseando que regrese tu actriz.
Y sigue siendo ella.
Siempre seguirá siendo ella.
Y nunca me volverá a tocar a mí.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Si quieres bailamos, otra vez.
Podría sonar el despertador ahora mismo o caerme de la cama, que por mucho que esto fuera un sueño haría todo lo posible por no abrir los ojos.
Siempre me gustó ese tocadiscos que tenías reservado en una esquina, y esos vinilos que tanta envidia me daba no poder tener yo en mi propia estantería. Ese mismo tocadiscos que ahora está girando.
Una pena que no tuviera aquí mi canción favorita para bailarla contigo, aunque fuera primavera y el calor ya estuviera haciendo de las suyas.
<<Venga, vamos a bailar>> pienso.
<<¡Sácame a bailar!>> pienso.
Pero yo sé que tanto a ti como a mí el ritmo nos nació muerto y que sólo sabemos dar forma a la música cerrando los ojos, tumbados en una cama. Como durmiendo pero estando despiertos.
Y de repente, tú te levantas y sacas un vinilo nuevo. No me hace falta saber cuál, porque lo he escuchado tantas veces que aun si fuera sorda, con sólo verlo girar sabría qué nota está sonando.
Luego das media vuelta y te me quedas mirando, sonriendo únicamente de un lado, como a mí tanto me gusta.
<<Venga, vamos a bailar>> piensas.
<<¡Baila conmigo!>> piensas.
Entonces, por cuatro minutos y medio, fuimos océano, meciéndonos al ritmo de las olas. Siendo olas.
Hasta que Bethany Cosentino canta su última nota, y me doy cuenta de que no, que no soy yo la que baila contigo: que es ella.
Y es en ese momento cuando desearía que el despertador sonase, o que mi cama me echase a patadas, con tal de que ''tú estando con otra'' sea sólo una pesadilla y no una obra de estreno de la que soy espectadora.
Pero no hay ninguna alarma conectada, y mis sábanas me quieren más de lo que tú nunca has llegado a quererme.
Siempre me gustó ese tocadiscos que tenías reservado en una esquina, y esos vinilos que tanta envidia me daba no poder tener yo en mi propia estantería. Ese mismo tocadiscos que ahora está girando.
Una pena que no tuviera aquí mi canción favorita para bailarla contigo, aunque fuera primavera y el calor ya estuviera haciendo de las suyas.
<<Venga, vamos a bailar>> pienso.
<<¡Sácame a bailar!>> pienso.
Pero yo sé que tanto a ti como a mí el ritmo nos nació muerto y que sólo sabemos dar forma a la música cerrando los ojos, tumbados en una cama. Como durmiendo pero estando despiertos.
Y de repente, tú te levantas y sacas un vinilo nuevo. No me hace falta saber cuál, porque lo he escuchado tantas veces que aun si fuera sorda, con sólo verlo girar sabría qué nota está sonando.
Luego das media vuelta y te me quedas mirando, sonriendo únicamente de un lado, como a mí tanto me gusta.
<<Venga, vamos a bailar>> piensas.
<<¡Baila conmigo!>> piensas.
Entonces, por cuatro minutos y medio, fuimos océano, meciéndonos al ritmo de las olas. Siendo olas.
Hasta que Bethany Cosentino canta su última nota, y me doy cuenta de que no, que no soy yo la que baila contigo: que es ella.
Y es en ese momento cuando desearía que el despertador sonase, o que mi cama me echase a patadas, con tal de que ''tú estando con otra'' sea sólo una pesadilla y no una obra de estreno de la que soy espectadora.
Pero no hay ninguna alarma conectada, y mis sábanas me quieren más de lo que tú nunca has llegado a quererme.
domingo, 17 de noviembre de 2013
Entre bastidores.
Si me dices, por ejemplo, que te consideras diferente,
no tendré otra alternativa que creerte.
O sí, puede que sí la tenga.
Quizás pueda elegir entre dejar que pases al salón,
(porque hace demasiado frío como para que estés fuera),
y poner a secar tu chaqueta;
o cerrarte la puerta y dejar que se moje tu pelo,
porque diferente puede ser cualquiera,
sin necesidad de serlo.
Pero como de tontos está hecho el mundo, lo más probable
es que escogiese lo primero
y diera por descartado lo segundo.
Y es que la verdad es, que si me dices que odias el azul,
yo pintaría tu habitación entera de verde.
Y teñiría el Océano Atlántico de blanco, con tal de hacer desaparecer
todos los obstáculos de tu paréntesis.
Así que no te creas que no veo cuando mientes,
si cada vez que lo haces se enciende un cartel de neón
diciendo lo contrario,
y soy yo la que corre a apagarlo
con tal de hacer real tu teatro.
no tendré otra alternativa que creerte.
O sí, puede que sí la tenga.
Quizás pueda elegir entre dejar que pases al salón,
(porque hace demasiado frío como para que estés fuera),
y poner a secar tu chaqueta;
o cerrarte la puerta y dejar que se moje tu pelo,
porque diferente puede ser cualquiera,
sin necesidad de serlo.
Pero como de tontos está hecho el mundo, lo más probable
es que escogiese lo primero
y diera por descartado lo segundo.
Y es que la verdad es, que si me dices que odias el azul,
yo pintaría tu habitación entera de verde.
Y teñiría el Océano Atlántico de blanco, con tal de hacer desaparecer
todos los obstáculos de tu paréntesis.
Así que no te creas que no veo cuando mientes,
si cada vez que lo haces se enciende un cartel de neón
diciendo lo contrario,
y soy yo la que corre a apagarlo
con tal de hacer real tu teatro.
lunes, 11 de noviembre de 2013
Lunes de Domingo.
Me apetece mirar el techo contigo. O las nubes grises de tormenta mientras cae la lluvia. Me apetece, no sé, dar una vuelta contigo, dormir contigo, comer contigo, crecer contigo.
Contigo. Siempre contigo.
Me apetece, simplemente me apetece.
Me apetece que estemos juntos pero,
rara vez coincidimos en que nos apetezca lo mismo.
Y hoy, no será la excepción que confirme la regla,
del ir cuando tú ya has vuelto
y del venir cuando yo aún no sé en qué camino me he perdido.
Y es que de tanto buscarte, al final acabaré por encontrarte
cuando a ti menos te apetezca.
Aunque a mí siempre me apetecerá estar contigo,
por mucho que a ti no se te antoje
estar conmigo.
Contigo. Siempre contigo.
Me apetece, simplemente me apetece.
Me apetece que estemos juntos pero,
rara vez coincidimos en que nos apetezca lo mismo.
Y hoy, no será la excepción que confirme la regla,
del ir cuando tú ya has vuelto
y del venir cuando yo aún no sé en qué camino me he perdido.
Y es que de tanto buscarte, al final acabaré por encontrarte
cuando a ti menos te apetezca.
Aunque a mí siempre me apetecerá estar contigo,
por mucho que a ti no se te antoje
estar conmigo.
viernes, 8 de noviembre de 2013
Historia de un triángulo y sus vértices.
Quizás él ahora tome café porque a ella siempre le apasionaron los sabores fuertes, como cuando mezclas cualquier cosa con un exceso de canela.
Puede, también, que a él ahora le guste el deporte porque ella es una de esas chicas que finge ser aficionada al fútbol para ser diferente, y pobrecito él, que no sabe diferenciar la verdad de cuando le mienten.
Y yo, que nunca fui de las que saben adaptarse, quizás no encaje contigo.
Quizás no sé evadirme del mundo como tú lo haces, o como lo hace ella, porque mi burbuja ya está rota y no hay manera de recomponerla.
Puede, también, que no sepa decir lo que llevo dentro, y que si lo hago es escribiendo historias que tú nunca vas a leer.
Y es que tienes razón, yo no tomo café por las mañanas ni vivo en una realidad distinta.
Pero puede, quizás, que tampoco sea como tú me ves,
porque la verdad es que ella no te deja verme.
Quizás él ahora mira el mundo con unos ojos tristes, y ella mira el mundo, sin más.
Y mientras yo te miro a ti (como una idiota, sí), siempre guardiana de tus lágrimas.
Puede, también, que a él ahora le guste el deporte porque ella es una de esas chicas que finge ser aficionada al fútbol para ser diferente, y pobrecito él, que no sabe diferenciar la verdad de cuando le mienten.
Y yo, que nunca fui de las que saben adaptarse, quizás no encaje contigo.
Quizás no sé evadirme del mundo como tú lo haces, o como lo hace ella, porque mi burbuja ya está rota y no hay manera de recomponerla.
Puede, también, que no sepa decir lo que llevo dentro, y que si lo hago es escribiendo historias que tú nunca vas a leer.
Y es que tienes razón, yo no tomo café por las mañanas ni vivo en una realidad distinta.
Pero puede, quizás, que tampoco sea como tú me ves,
porque la verdad es que ella no te deja verme.
Quizás él ahora mira el mundo con unos ojos tristes, y ella mira el mundo, sin más.
Y mientras yo te miro a ti (como una idiota, sí), siempre guardiana de tus lágrimas.
martes, 5 de noviembre de 2013
Eres tú si hay viento.
El otro fui a verte, aunque tú ya lo supieras sin siquiera verme. Echaba de menos el mármol de tu piel, tan gris como las nubes. Sí, esas que tanto me gustaban. Estabas demasiado fría, más de lo que recordaba, pero al menos ya no tenías ese halo de tristeza que solía rodearte, consumiéndote, como queriendo dejarte en nada. Como queriendo que fueras sólo una estructura de cristal blanca.
Tenía muchas cosas que contarte, que pedirte. Quizás tú ya no podías oírme, a lo mejor estabas demasiado dormida como para saber que eran mis palabras, y no el viento, las que mecían tu pelo negro.
Tenía que pedirte ayuda, que decirte que necesito que vuelvas a ser mi salvavidas. Necesitaba que supieses lo alto que es mi precipicio y la poca fuerza que tienen mis piernas para poder saltarlo.
Que me veo cayendo al vacío, sin siquiera rozar el otro lado.
Y que tú, desde que te fuiste, te llevaste contigo mis alas.
El otro día fui a verte.
Y por un momento creí que eras tú y no el viento
el que mecía mi pelo castaño,
y que el mármol que te cubría dejaba de ser mármol,
para ser tu mano.
Tenía muchas cosas que contarte, que pedirte. Quizás tú ya no podías oírme, a lo mejor estabas demasiado dormida como para saber que eran mis palabras, y no el viento, las que mecían tu pelo negro.
Tenía que pedirte ayuda, que decirte que necesito que vuelvas a ser mi salvavidas. Necesitaba que supieses lo alto que es mi precipicio y la poca fuerza que tienen mis piernas para poder saltarlo.
Que me veo cayendo al vacío, sin siquiera rozar el otro lado.
Y que tú, desde que te fuiste, te llevaste contigo mis alas.
El otro día fui a verte.
Y por un momento creí que eras tú y no el viento
el que mecía mi pelo castaño,
y que el mármol que te cubría dejaba de ser mármol,
para ser tu mano.
viernes, 1 de noviembre de 2013
La gota que colmó tres vasos.
Algún día mirarás la puerta, y tendrás que darte la vuelta porque
dudarás de si ha entrado alguien o soy yo que al irme
la he dejado completamente abierta.
Y volverás a mirar el lado opuesto de tu cama,
porque estabas tan ciego que ni eso fuiste capaz de ver
al levantarte esa misma mañana.
Y mirarás y no estaré.
Y recorrerás toda la casa y no estaré
ni yo ni mi maleta.
Quizás entonces creas que estoy loca,
que soy yo la que abandona en lugar de
dejarte aunque sea una nota.
Creerás que soy yo la que traiciona pero,
estarás tan ciego que ni te darás cuenta
de que el primero en irte fuiste tú,
aunque de manera metafórica.
Algún día no estaré, te lo prometo.
Pero si me voy no será mi culpa:
será la tuya.
Ni tampoco dejaré la puerta abierta,
porque si me voy, no querré que vuelvas.
dudarás de si ha entrado alguien o soy yo que al irme
la he dejado completamente abierta.
Y volverás a mirar el lado opuesto de tu cama,
porque estabas tan ciego que ni eso fuiste capaz de ver
al levantarte esa misma mañana.
Y mirarás y no estaré.
Y recorrerás toda la casa y no estaré
ni yo ni mi maleta.
Quizás entonces creas que estoy loca,
que soy yo la que abandona en lugar de
dejarte aunque sea una nota.
Creerás que soy yo la que traiciona pero,
estarás tan ciego que ni te darás cuenta
de que el primero en irte fuiste tú,
aunque de manera metafórica.
Algún día no estaré, te lo prometo.
Pero si me voy no será mi culpa:
será la tuya.
Ni tampoco dejaré la puerta abierta,
porque si me voy, no querré que vuelvas.
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