Me arrastro. Casi puedo sentir cómo mis manos se funden con el suelo al mismo tiempo que veo tus pies caminar en dirección contraria a la mía.
Grito tu nombre. Te grito que no te vayas, que te quedes. Pero no me oyes, o finges no hacerlo. Sigues caminando y entonces cuando creo que no vas a parar, te giras y me miras.
Y te miro.
Pero no veo nada. Quizás porque nunca pude ver cómo me mirabas, porque nunca llegué a verte.
¿No vas a ayudarme a ponerme en pie? ¿no sientes nada al verme tirada esperando a que regreses?
Te da igual. Te doy igual. Nunca me quisiste tanto como decías o quizás te confiaste demasiado porque ya me tenías.
Me tenías.
Y me tendrás. Es triste pero así será.
Aún así si quieres marcharte, si no sientes dolor al dejarme, si crees que soy algo sustituible en tu vida, entonces vete.
Aunque, daría lo que fuera por que vinieras a buscarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario