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jueves, 20 de noviembre de 2014

Se acabaron las flores.

Cuando era pequeña presumía de no llorar nunca. Puede que me tirase años sin derramar una sola lágrima. No lo necesitaba. No veía motivos salvo el de caerme al suelo en el recreo.
"Hace mucho que no lloro" pensaba.
"Hace mucho que no lloro".
Qué triste suena entonces decir que rompí mi propio récord de impermeabilidad. "Hace mucho que no dejo de llorar" pienso.
Y me encojo bajo las sábanas, miro el reloj y son casi las dos. Miro el calendario y no encuentro los días entre tanto examen. Miro a mi lado y no te veo.
"Hace mucho que no dejo de llorar" pienso.
Y cierro los ojos y me duermo. Como si el mundo terminase ahí, como si no existiesen los despertadores, como si fueras a abrazarme cuando yo no me doy cuenta.
Como si de verdad fuese posible salir del mundo y volver cuando haya dejado de hacer tanto frío.

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