Hace unos días yo te lloraba. No comprendía todavía, no llegaba a entender. No quería hacerlo, dolía demasiado el golpe. Imaginaba que, a pesar de todo, habías seguido hacia adelante sin problemas. Que reías y disfrutabas el tiempo, libre de mí. No me hacía falta confirmarlo, era certeza.
Comencé a sentirme carga: ¿Le he abrumado? ¿he puesto en él mi propio peso? ¿debí guardar mis miedos y manías dentro?
Y si hubiera construido una burbuja para ambos, donde no tuviera cabida mi ansiedad, ¿me habría querido entonces un poco más?
Así pensaba. Así me machacaba, creaba la imagen propia del inconveniente y la convicción de que eras feliz: te habías librado, al fin y al cabo, de algo que asusta.
Casi podía sentir en mi piel tu propia emoción hacia una nueva vida sin alguien a tu lado en continuo estado de pánico. Sin alguien cobarde, sin alguien que llora y no sabe parar. Sin alguien que necesita paseos nocturnos para calmarse. Sin alguien que dependiera de ti. Librarse de ello, era tu levedad, era tu risa. Mi ausencia te llenaba de alivio. Lo sabía en mi pecho: conmigo no eras feliz.
Ahora, que parece que me he calmado un poco de llorar, sigo pensándolo y al mismo tiempo, no.
Tiendo a recordar las cosas de manera diferente a como realmente fueron. Pongo altares a instantes que vemos solo desde nuestro prisma. El mío, mi prisma, estaba empañado de temores e ilusiones. No era capaz de ver con claridad que tú no me querías. Que ni siquiera yo sentía que lo hicieras. No supe darme cuenta porque mi propia lucha interna absorbía toda capacidad de percibir lo externo. Tú me juraste amor, y yo lo di por supuesto. Le di valor a las palabras y descuidé el sentido material: la demostración del afecto, que era nula.
Mentiría si dijera que no me siento culpable, que sigo fustigándome. No puedo evitar pensar que mi ansiedad hace que los demás huyan de mí. Creo que por eso, ahora, intento lidiar yo sola con mi pensamiento cíclico. Me asusta pensar que quererme es sacrificio. No puedo evitar sentirme así. No puedo.
Sé, sin embargo, que el amor es también cuidar del otro, aceptarlo tal y como es. Aceptar que tengo miedo, que lloro, que me obsesiono con mis temores. Aceptar que a veces no seré, y nadie podrá calmarme. Aceptarme a mí, que soy un torbellino emocional.
No es del todo así.
Soy más que eso.
Soy también la que se deja el alma por defender sus principios. La que no duda en plantar cara a lo que considera injusto. La que adora el mar y sueña con una casita blanca. La arisca que cede su cariño con paciencia, como las gatas.
Soy la que come pringándolo todo, la que siempre bebe agua, la que odia el viento mezclado con la lluvia y adora la primavera.
Soy más que mis miedos, pero mis miedos también son yo. Y se me tiene que querer así. Aceptándolo todo.
Es difícil quererme. Soy consciente: incluso a mí me cuesta a veces. Pero no merezco menos.
Hace unos días lloraba por ti. Hoy ya no, aunque algo me siga mordiendo por dentro. Yo sé que no recibiré nunca las disculpas que permitan sanar más rápido mi herida, para ti el mal trago ya ha terminado. El mío no, me sigo ahogando, por momentos, cada vez que recuerdo que nunca me has querido. Tú jamás sabrás lo que se siente cuando alguien te utiliza para llenar un hueco. No se lo deseo a nadie.
Es triste asimilar que los años a mi lado no han dejado mella en ti. Lo lograré, con el tiempo. También te olvidaré, dejaré de estar enquistada en una culpa que no es mía. No se puede querer eternamente una imagen que no te corresponde: dejaste de ser tú cuando no te importó hacerme daño, aunque quieras fingir que no sucedió septiembre.
Un mes antes, me marché entre lágrimas a Madrid. Te dejé escoger entre venirte o quedarte allí. Después te supliqué en un llanto arrepentido que vinieras conmigo. No sirvió de nada.
Debí saber que no me querías cuando no subiste de mi mano a ese tren. Me quedé sola en un vagón, llorando de pánico. De ti solo me quedó una hoja donde escribiste, a medias, que no te separarías de mi lado.
Pero ya lo estabas haciendo.
Y ahora me doy cuenta
de que la peor soledad fue la que sentí estando contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario