Llovía. No hacía frío, pero casi. Era de las primeras veces que salía sola. Una mujer caminaba demasiado deprisa. Un hombre daba tumbos absorto en su teléfono móvil. Personas que venían, personas que pasaban. Ninguna eras tú.
Si fumase, la espera se le haría más fácil. Pero no. No había cigarrillo que camuflase su aspecto solitario, extraño, distraído. Parecía como si el tabaco hiciese de la tristeza algo más que melancolía. Algo más que una desquiciada mirando al suelo y fijando, a veces, su vista en cualquiera que saliese del metro. Buscando, pero encontrando nada.
No eras tú ese chico moreno. No eras tú ese otro con gabardina. Por supuesto, tampoco eras aquel que, de pasada, llevaba tu perfume. No eras, no estabas, no aparecías.
Sin embargo llevaba ya una hora ahí parada. ¿No hacía frío? Pues ahora sí que lo hacía. Hacía mucho frío. El invierno se había colado de golpe. Se estaba helando y tú no eras capaz de llegar. Quizá tu tiempo era de alguien y ella aún no lo sabía. Pobrecita. Nada le hubiese hecho dejar su rinconcito de paciencia, por mucho que lloviese o se le congelase el estómago. Daba igual la cantidad de espejismos que de ti viese. No le importaba confundir tu ropa, tu pelo, tu manera de andar. No diré tus ojos, porque le resultaban inconfundibles, ni tu voz, porque era el terremoto que acechaba sus piernas. Te confundía porque solo quería verte, pero nunca aparecías. Como las estrellas de Madrid en un cielo de mierda. Están, pero no salen. Estás, pero no llegas.
Ya no llueve. Hace frío todavía. Era la primera vez que salía sola, y empezaba a estar harta de no tener acompañante. Una mujer abrazaba a otra a la salida del metro. Un hombre leía un libro apoyado en la pared.
Eras ese chico despeinado. La chica a la que agarras de la mano no quiero saber quién es. Me desgarra. Le desgarra.
Ella tampoco lo quería saber. No deja de mirarte. Le duele sentir decepción. Tú no sabes que está ahí. Nunca sabrás que estuvo ahí todo ese rato. Se ha marchado.
Ves su espalda y quieres decir su nombre. No sirve de nada. Era necesario algo más que las palabras.
Se aleja. Te alejas. La chica se aleja contigo. No hay nada que decir. Ha empezado a llover otra vez. Pero tú no te das cuenta de nada.
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