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sábado, 17 de junio de 2017

La ventana

Un cuadrado rojo
encerraba las ramas de los pinos
y era exactamente
parecido
a la ventana de su infancia.
Haciendo borroso el contexto
y añadiendo el olor de unas tortitas
a las seis de la tarde.
Recordaba las galletas
vestidas de mantequilla y azúcar,
las películas antiguas que aún
no llegaba a comprender
y que ahora
incluso
políticamente detesta.
Ella
desapareció
y ahora
probablemente sea cenizas.
Todas las estructuras de mármol
que decoraban su hogar
y lo hacían casa
Ya no estaban.
Pensaba.
Se esfumó un soporte,
pero supo pronto
que aún le quedaban otros.
La niña
crecida
pero no lo suficiente
añora su infancia porque teme
que las cosas tristes no fuesen aquellas
que un día perdió por naturaleza.
La niña crecida
descubrió que las personas no eran eternas
y que la vida
en continuo movimiento
nunca se detiene.
Sabe
que eres efímera
y tiene
el miedo en sus carnes
de que lo peor está a punto

de llamar a su puerta.